Elegimos al revés: elegimos mal

En mi regreso dije que hablaría de las elecciones en México. No voy a escribir sobre las principales candidatas, ni sus propuestas. Aunque por muchos años pensé que era muy importante tener un voto informado, hoy creo que eso ha perdido sentido en la actual sistema electoral. El proceso está viciado y la participación que nos venden como una “obligación” ciudadana es simplemente una búsqueda política para validar un proceso amañado mediante el cuál solo unos pocos pueden acceder al poder. Mejor hablemos de ese proceso amañado y disfuncional que nos venden como democracia. Comencemos por la lógica que se sigue para elegir al “mejor” candidato/a.

Hace varios años escribí sobre mi descontento de tener que emitir mi voto por el candidato/a menos malo/a. En muchas elecciones presidenciales así lo sentí. Nadie me convencía completamente. Aunque siempre existe la opción de anular tu voto o poner el nombre de alguien más, algo no me cuadraba.

Entre mi descontento estaba que las elecciones en México se convertieron en concursos de popularidad. No importaba si eras un buen o mal representante o funcionario en el gobierno. Para tener oportunidades de ganar “la grande”, primero tienes que ser conocido por la gente. Paso seguido, no importaba si tu propuestas eran buenas o malas, lo que importaba es que “conectaras” con el electorado. Lo cual me parece bastante “inmaduro” como elector, ya que tus representantes no son tus “cuates” con los que sales de fiesta. Al final del día son “empleados” de la ciudadanía.

Es justamente esta analogía de “empleados” en la que quiero reflexionar un poco contigo.

Imaginemos que tienes un negocio o que eres un directivo o líder de equipo que quiere contratar a alguien. Incluso, pensemos también que quieres contratar a alguien que cuide a tus hijas/os y que los maneje a la escuela y lleve a actividades que tengan.

Ya puestos en estos escenarios, platícame ¿cómo elegirías a la persona correcta?

En el escenario de una empresa, familia o realidad que llamaría “normal”, un primer paso es definir las tareas con las que necesitas ayuda. Acto seguido es identificar el perfil o experiencia que necesitarías de la candidata/o ideal. Tomando esto como referencia, anuncias o corres la voz para recibir candidaturas. Invitas a entrevistas a quienes te parecen más calificadas/os. Después de un tiempo, tomas una decisión final.

Aunque no siempre obtienes los mejores resultados, este proceso tiene una lógica detrás que es más sólida y te ayudaría a equivocarte menos si haces las cosas a consciencia.

Veamos ahora otro escenario al que llamaremos “alrevesado”. En él, como empresario, directivo o familia contratante tienes poca influencia sobre las tareas y perfil que quieres de las candidatas/os. Sin esos términos de referencia claros, te envían algunas personas que se postularon al puesto. Estas personas, te prometen lo que quieren. Incluso pueden mentir descaradamente de lo que haran o no, sin ningún mecanismo de rendición de cuentas futuro. Al final, “a ciegas” te tienes que lanzar a elegir a alguien.

Posiblemente te saques la lotería con una mega empleada/o. Pero estoy seguro que te das cuenta de lo mal o ilógico que suena este proceso de contratar alguien para tu empresa, equipo o familia.

Eso es lo que me parece que estructuralmente y de fondo está mal en nuestra democracia. Al comparar ambos escenarios, pareciera intuitivo y simple saber qué nos conviene más. Pero si no estamos conscientes y al tanto de ello, poco podremos hacer para mejorarlo y de paso seguir participando en la farsa en la que se ha convertido nuestra democracia.

¿Qué se puede hacer diferente? Piensa si en lugar de ir a las urnas a elegir personas, vas a elegir una lista de cosas que quisieras que tu gobierno hiciera dentro de la ley y sus facultades. De esa lista de varias cosas, tendrías que priorizar qué es lo más importante para ti. En este paso no nos preocuparíamos de quién se encargaría de cumplir lo que se encuentra en esta lista. Sólo nos enfocaríamos colectivamente en lo que necesitamos, en los términos de referencia, así como lo hacen los empresarios, directivos, líderes de equipo y familias cuando contratan a alguien.

Una vez definido este paso más importante, es momento de permitir que distintos equipos de personas compitan para convencernos sobre cómo le harán para hacer realidad esa agenda que priorizaron todas/os los ciudadanos. Estas son las entrevistas de donde elegiríamos al equipo que creemos que nos dará mejores resultados.

Aunque es tema para otro blog, priorizo “equipo de personas”, pues no podemos seguir creyendo que es suficiente elegir un presidente/a para todo un paquete nacional.

¿No crees que tiene más lógica este proceso? Suena raro, yo sé. Pero al día de hoy a mi me suena muchísimo más raro querer obtener mejores resultados si elegimos gobernantes mediante el escenario “alrevesado”. Por ello no me soprende que muchas cosas siguen mal, independientemente de qué partido o persona gane las elecciones. Es porque elegimos al revés y, por ende, elegimos mal.

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