Hace 5 años, The Economist publicaba un artículo sobre el entonces presidente Peña, subtitulado “El presidente que no entiende que no entiende”. Este artículo hacía referencia a que Peña y su equipo no se daban cuenta de lo mal que estaban los conflictos de interés en los que estaban metidos con sus contratistas favoritos y las propiedades y Casas Blancas que les habían dado. Su no entendimiento o cinismo fue claro y también representativo de su gobierno. Cinco años después la historia se repite de algún modo. El presidente López, quien ha prometido una transformación de proporciones históricas cae en el mismo error y termina no entendiendo que no entiende, no cegado por la corrupción y cinismo como Peña y compañía, pero sí por su protagonismo, soberbia, paranoia y terquedad. Sigue leyendo
