Avanzan las campañas y a la par más ciudadanos hablan sobre la necesidad de enviar un mensaje claro y contundente sobre el desencanto y hartazgo con la clase política mexicana. Algunos han decidido que la abstención electoral será su estrategia. Quienes no concuerdan con esta acción, a la que catalogan de indiferencia y apatía ciudadana, llaman a demostrar el repudio a la partidocracia en el corazón mismo de las elecciones, las urnas. Su estrategia: el voto nulo.
«Para políticos nulos, votos nulos«, «Yo anulo mi voto«, «¡Voto nulo Ya!«, «Vota por lo mejor: Vota nulo«, «Tache a todos«, «Ya no les creo, por eso voy a anular mi voto«, o «Mas vale voto anulado que un dizque diputado» son algunas de las frases con las que se desaprueban las opciones que se presentan en la elección del 5 de julio. Las mismas opciones que han decidido defender sus intereses una y otra vez, a pesar de contar con la oportunidad y el mandato de trabajar por un México mejor.
Votar por el menos malo, ha dejado de ser una opción para muchos. Sin embargo, aunque comparto ese sentimiento, me parece que hay algunos puntos a considerar acerca de la opción en voga, el voto nulo.


Hasta el día de hoy no pensé que pudiera haber alguién más temerario al volante que un taxista o microbusero chilango. Los taxistas que manejan Vochos o Chevys son capaces de las mayores acrobacias en el asfalto capitalino, sobre todo cuando se les dice la tradicional frase «traigo prisa, jefe«. Y qué decir de los microbuseros echando carreritas en los carriles centrales de un eje vial, para ver quien recoje más pasaje. Sin embargo, estaba equivocado. Después de subirme a un Tuk-Tuk en Bangkok descubrí que existe un modo más extremo de arriesgar el alma en el camino.
Después de varios años de haber manejado en el D.F., el fin pasado tomé mi primera prueba de manejo. Y no es que antes haya decidido pagar «mordida» ante la tradicional pregunta ¿con examen o sin examen? Simplemente cuando saqué mi permiso de manejo, y posteriormente la licencia, nunca me pidieron tomar un examen de conocimientos ni incluso uno de la vista, con todo y lo cegatón que estoy. La diferencia es que el sábado saqué mi licencia de manejo en el estado de Virgina en Estados Unidos, lo cuál me dejó algunas reflexiones sobre las diferencias de manejar en ambos países.