¿Aguantará la economía los cambios políticos?

El país se mueve a pasos agigantados hacia un proceso de centralización del poder. Conscientes de esto o no, fue lo que decidió la mayoría de los mexicanos cuando votaron a finales de esta primavera. A punto de entrar al invierno, la pregunta es si la economía en este sexenio aguantará este movimiento político y sus cambios en política públicas e instituciones. Winter is coming, y la impredicibilidad y signos de interrogación aumentan.

Puedes haberte tomado el Kook-Aid de la cuarta transformación y pensar que todo marcha viento en popa. O puedes retorcerte cada día tras las mañaneras y decisiones de este gobienro y el anterior, pensando que en verdad seremos la nueva Venezuela. Tomar cualquiera de estas posturas suele llevar a malos resultados y a un desgaste lamentable de la relación entre los mexicanos. Principalmente porque nos impiden ver las cosas como son.

En el caso de la economía y el bolsillo de los ciudadanos, los resultados no vienen de los discursos e ideologías políticas. Pudieras argumentar que el clientelismo a través de programas sociales y dávidas políticas contradice esto. Es cierto, pero ese camino no es generalizado ni sostenible y termina en malos resultados económicos más pronto que tarde.

Douglass North, Premio Nobel de Economía, nos dice que las instituciones afectan el desempeño de la economía. Por instituciones no se refiere a organizaciones como usualmente pensamos (el IMSS, la policía, el Congreso o Poder Judicial, etc.). Para él instituciones son las reglas del juego formales e informales que dan estructura y límites a las interacciones en una sociedad. Ejemplos incluyen las leyes, regulaciones, derechos de propiedad e incluso las costumbres, tradiciones y códigos de conducta y comportamiento en una sociedad.

Estas reglas del juego junto a la tecnología afectan directamente en la economía al influir en los costos de transacción y producción, y por ende la rentabilidad y factibilidad de las actividades económicas de un país.

Sin embargo, North va un paso más allá que varios economistas y reconoce que la política y economía están fuertemente vinculadas y que las instituciones o reglas del juego son clave para entender esta relación y su impacto en el desempeño económico de un país. 

Apunta también que los actores políticos tiene la capacidad de crear cambios radicales que generen instituciones eficientes para un mejor desempeño económico. Pero para que ello suceda, deben tener los incentivos adecuados, lo cual considera algo difícil en países como México porque las reglas formales e informales bajo las que juegan les permiten maximizar sus beneficios personales sin muchas consecuencias e incentivos para cambiar.

La clase política que arrazó en las elecciones pasadas no muestra esos incentivos.  Están completamente validados por el abrumador triunfo en las urnas, lo cual les impide ver las cosas como son. Escuchar cómo hablan del nearshoring o estrategias para atraer inversión es sólo un ejemplo para darnos cuenta que no ven que no ven, que no saben cómo hacerlo, o las dos. 

Los recortes al presupuesto que sacrifican temas clave -como salud- para mantener programas sociales clientelistas tampoco son buena señal. La política le va a costar mucho a la economía y cuando los ciudadanos -incluidos los beneficiarios del clientelismo actual- lo sientan en sus bolsillos, es cuando apareceran los incentivos necesarios para que los políticos creen mejores instituciones o reglas del juego que generen crecimiento económico. Desafortunadamente, la historia señala que cuando ese momento llega, el daño hecho es severo.

Para mi la duda ya no es si los cambios políticos de la supuesta transformación son adecuados o no. La duda es hasta cuando va a aguantar la economía. ¿Hasta cuándo?

Winter is coming…

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